Hola y bienvenidos a Giste. Este programa se titula El Cementerio de cranbry Hill. En el pintoresco pueblo de Harves Tolow acción de gracias. Era una celebración de leyendas, una fiesta que eclipsaba todas las demás. Cuando las hojas se teñían de naranja y dorado, un viento helado susurraba por las calles, levando consigo una historia del viejo cementerio de cranberry Hill. Decían que el lugar estaba embrujado por un fantasma, un espíritu cuya historia estaba entretejida en el alma misma del pueblo. El fantasma era una mujer llamada Abigel Foster. Vivió en el siglo XVI. M Hade cuando la ciudad no era más que un asentamiento incipiente. Abigel era la boticaria del pueblo. Sabía para su edad, conocida por sus remedios y su buen corazón, pero bajo su exterior benevolente, se escondía una pena tumultuosa. Había perdido a su prometido Tomás una noche de acción de gracias a causa de una misteriosa enfermedad que se lo llevó apenas unas horas después de que él se le declarara. Bajo la luna de noviembre. Se dice que desde aquella noche, Abigael nunca volvió a ser la misma. Sus pociones se convirtieron en su consuelo y sus susurros a lo invisible se hicieron más frecuentes. Algunos especulaban que intentaba traspasar el velo entre la vida y la muerte para alcanzar a su amor perdido. Otros temían que su dolor hubiera trastornado su mente. Una fatídica noche, en el aniversario de la muerte de Thomas, Abigael se aventuró en el bosque con la intención de elevar a cabo un ritual que traería el espíritu de Thomas de vuelta a Hela. Levaba consigo un elixir, una destilación de conocimientos prohibidos y sangre de su propio corazón. Según la leyenda, Abigel no regresó la. Encontraron a la mañana siguiente fría e inmóvil junto al viejo roble en el centro de lo que se convertiría en el cementerio. A su lado había un frasco vacio, ninguna marca estropeaba su piel, ningún signo de lucha, perturbaba las hojas caídas. Era como si su alma hubiera decidido simplemente poner fin a sus andanzas terrenales. Abigel fue enterrada en cranber Hill, la misma tierra que contenía los restos de su amado Thomas. A partir de ese día, el cementerio tuvo un aire de melancolia y extraños suchezos comenzaron a arraigarse en Jarves. Tolo la gente decía haber visto a una mujer vestida de blanco, con los ojos hundidos y las manos extendidas como si buscara algo o a alguien. Su espíritu atrapado en la agonía de su último acto desesperado, se convirtió en un cuento de advertencia para aquellos que intentaban entrometerse en el orden natural hano trazano. A medida que se acercaba acción de gracias, la gente del pueblo sentía su presencia cada vez más fuerte. Las sombras parpadeaban en el rabillo del ojo, los susurros resonaban en la quietud de la noche y un frío que no pertenecía al aire o tonal recorre a los hogares. Se decía que el espíritu de abiga y recorria los caminos del cementerio, buscando eternamente a su amante, sin encontrar nunca la paz. Este día de acción de gracias no fue diferente o eso parecia. Sara, una joven historiadora fascinada por la tradición de su ciudad natal, decidió ahondar en el misterio de Abigael Foster. Sintió una atracción hacia el cementerio de Cranbery Hill, una compulsión por desenterar la verdad y, tal vez, ofrecer consuelo al alma herante. Armada con viejos diarios y textos, Sara recorrio los registros reconstruyendo la vida de Abigail. Cada de tal le pintaba el retrato de una mujer perdida en su laberinto de dolor. Fue en un viejo y olvidado diario del fundador de la ciudad donde Sara tropezó con una revelación que detuvo su respiración. No era sólo el amor o la perdida lo que ataba el espíritu de Abigail al reino de los mortales era la culpa. El diario revelaba que la noche en que Thomas cayó enfermo. Abiguel les había dado un brebaje experimental con la esperanza de protegerle de la enfermedad que se había cobrado la vida de muchos de sus vecinos. Su posición no había sido un escudo, sino un veneno. Sara se dio cuenta de éo. Abigel no había intentado invocar el espíritu de Thomas, sino expiar su pecado involuntario. Ran Sara o n o ns una abrumadora necesidad de comunicar esta verdad a Abigel, de liberarla de las cadenas de su eterno, arrepentimiento, la vispera de acción de gracias. Bajo una luna tan llena y brillante como la que brillo en la tragedia de Abigael, Sara se aventuró a ir al cementerio. El aire estaba cargado del aroma de las hojas en descomposición y de un presentimiento que le calaba hasta los huesos. Camino por el mismo sendero que crea que Abigail había recorrido siglos atrás con la única compañía del susurro, de los árboles y los latidos de su propio corazón. Al llegar al viejo roble ser atendió el diario y los textos que relataban la vida de Abigal habló en voz alta su voz como un faro en la oscuridad. El foster dijo escucha la verdad de tu historia. No fue tu corazón el que celo tu destino, sino un giro de la cruel fortuna. Liberate de este dolor. Tu amor por Tomás era puro tus acciones libres de malicia. Encuentra la paz en el amor que perdura más a la de la muerte. El viento pareció calmarse. La noche contuvo el aliento. Una figura se materializó entre la niebla, la silueta de una mujer con el rostro cargado de angustia azara. Se le encogió el corazón al verla, pero no vacila Abigel y ha sufrido bastante abandona tu búsqueda tomaste espera, no en este lugar de dolor, sino más ala, donde él perdón es eterno y el amor eclipsa la oscuridad de las acciones pasadas, una lagrima recorrio, la mejilla de la fantasma, la aparición, brilando como un diamante a la luz de la luna, un susurro más, un suspiro de alivio que palabras leno el aire y la figura de Abiga. El fostre comenzó a desvanecerse los bordes de su forma, disolviéndose en la noche. Sarah observó con los ojos lenos de lágrimas como el espíritu de Abigel, Foster encontraba consuelo en la verdad y su rostro se suavizaba con una serenidad que las había eludido durante siglos. Con una última mirada de gratitud, el fantasma de Cranbery Hill desapareció dejando tras de sí un tranquilo silencio que hablaba del fin de antiguas peñas. A la mañana siguiente, harves Tholo se despertó con un día de acción de gracias. Como ningún otro, el aire era más ligero, el sol más brillante y una sensación de paz invadia el pueblo. En el cementerio de Cranbery Hill, el viejo roble se erguía, sus hojas susurraban, no de perdida y añoranza, sino de liberación y redención. Sara regresó a la colina con el corazón tranquilo. En la base del roble, donde una vez había yacido Abigail florecía un solitario arbusto de arandanos rojos con sus vallas, de un rojo vibrante que contrastaba con los tonos mortecinos del otono. Sara creía que era la señal del regreso de un espíritu a casa. El fantasma de gran virgilia no existía. Su historia era una tragedia convertida en tranquilidad y con el paso de los años, la leyenda de Abigal Foster se convirtió en un testimonio del poder, de la verdad, la fuerza del amor y la luz perdurable que puede surgir de la oscuridad más profunda. Gosta es una producción de caloroga Shark Media escrita y presentada por Alexander y en Maccintire producido por mc Francis, productores ejecutivos Marc Francis y John Mathermouth. Hemos hecho todo lo posible para traducir este espectáculo de su historia original en inglés. Pedimos disculpas por cualquier éroe. Calros Media