Hola. Esta semana voy a defender aquí errores de ortografía, porque, en sentido estricto, lo son que en un tiempo no quise permitir, pero que en la onda de nuestra invitación de finales del año pasado a tarevernos a cambiar de opinión, pues ahora se permiten a conciencia. Tuvimos fuertes jalones de orejas esta semana, porque fueron muy evidentes, pero la verdad es que desde hace ya un tiempo venían publicándose. Así fue la columna de Catalina Ruiz Navarro, quien, como parte de su posición, utiliza en sus columnas el lenguaje inclusivo desde hace un buen tiempo, y esta semana a su columna, pues tenía muchos niños e hijes, si les y algunes y hasta atraades, lo que despertó, como siempre muchas críticas. Pero hubo unos jalones de orejas que se quejaban particularmente de por qué no interveníamos esos textos para corregirlos. Y por eso creo que resulta pertinente traer aquí el tema. Debo reconocer, como les decía, que hace ya varios años, la misma Catalina Ruiz había solicitado permiso para comenzar a utilizar ese lenguaje inclusivo y en ese entonces, sin pensarlo mucho, le contesté que cosas parecidas a las que decían algunos de los balones de orejas de esta semana. El espectador se escribe en español y debemos ajustarlos a sus normas. Más o menos, recuerdo qué fue lo que le respondí en aquel momento. Con el tiempo, sin embargo, pues he cambiado en efecto, de opinión frente al lenguaje incluyente. Sí, sé que molesta vez es la lectura. Sí un sentido estricto, pues se violenta nuestro idioma común y sí, dificultad, la comunicación y todo eso es verdad, pero también lo es que fija una posición y, sobre todo, pues pone de presente una desigualdad latente que ha pasado y sigue pasando demasiado inadvertida. Y no no es que les esté anunciando aquí que ahora el espectador de va a escribir en lenguaje incluyente y que verán titulares de ijes o arrobas por todas partes. No. Si bien, si hemos trabajado el tema todavía creemos que hay maneras menos agresivas. Digamos de utilizar mejor el idioma para ser lo más incluyente. En este caso. Sin embargo, desde hace un tiempo, Catalina comenzó a mandar sus columnas de esa manera, ya sin pedir permiso. Creo que el uso de ese lenguaje es parte de su opinión y es importante que los respetemos en cada hije o niñez de esa columna, pues hay una posición, hay un mensaje, hay una opinión libre y libres deben ser quienes opinan en el espectador, de manera que no es que en el espectador no haya editores, no hay, pero en cuestiones de opinión, pues preferimos pecar por exceso de libertades que por cortarlas a nuestros colaboradores y a nuestras colaboradoras. El que nos pescó fuera del lugar fue nuestro corrector de cabecera en x Don Jairo Alberto García, que se pegó del despilfarro de palabras en un titular que les trae aquí esta sección la semana pasada, para dejarnos en en evidencia con otro en el que caemos muy a menudo y que es poner el signo pesos, las cifras y luego poner en letras de nuevo. Pesos literalmente nuestro titular de esta semana decía queremos incentivar con un millón de pesos de pesos el ingreso a la policía y al ejército. Era una cita de la gobernadora del valle. Si iva el signo pesos, ya se sabe que son pesos y no hay que volverlos a escribir. En palabras, también nos ves como Don Jairo Alberto, describiendo mal el terrible feminicidio de diía. La Carolina Serna no recordó en su balón de orejas que una cosa es degollar y otra distinta es decapitar. Y a la pobre Diana Carolina aquí la decapitamos cuando su bárbara expareja en realidad la begoño. Y la última ironía de Don Jairo Alberto fue con nuestros demasiados comunes titulares en pregunta que nos devolvió con otra pregunta. Es normal que los perros tengan las encillas negras, decía nuestro titular de la Red social que, como se tragó la tilde esas sencillas. Pues bien, mereció la pregunta. Lo normal no es ponerle tilde sobre la I aincias, sí, don Jorge Alberto. En los tres casos tiene ustedes razones, bueno, no es más. Nos ve mucha